domingo, 18 de octubre de 2015

De astrágalos, sentimientos y NO play...

(Imagen de mi pie en este momento)


Hace unos días os conté qué tal fue mi primer taller a pesar de hacerlo coja. Hoy os cuento que lo que en principio era sólo un esguince resultó ser una fractura de astrágalo y cuboides. El cuboides no es tan problemático, pero las fracturas de astrágalo son bastante graves y tengo para 6 semanas inmovilizada, con esta bota especial y prohibido pisar en absoluto. Después me repetirán la resonancia magnética y si la cosa va bien podré empezar a pisar un poco con dos muletas, luego con una y por fin ya yo sola, rehabilitación mediante, vamos, lo que viene a ser varios meses y un petardazo absoluto.

Obviamente en estas circunstancias mis talleres Let's Play! y Kikirikids han tenido que ser cancelados. No puedo implicar a los locales en una espera indefinida, porque realmente no sé cuándo voy a tener permiso médico para retomarlos, así que de momento NO play...

Sin embargo para mí lo más duro de la situación es el ver lo mal que lo pasa mi peque. Con mi pie se ha roto mi imagen de invencibilidad y ahora está muy preocupado por si me pasa algo o me muero. El dichoso pie ha adelantado el momento en el que los niños comienzan a plantearse preguntas sobre la muerte, no ya como entidad teórica, sino la muerte concreta de sus seres queridos y ellos mismos. Y me da rabia. Me da rabia que lo pase mal, que se sienta desprotegido y asustado. Poco a poco va sintiéndose mejor: las explicaciones, el consuelo y ver que con bota, muletas y todo no paro y me paso el día ingeniando inventos que me permitan ser autosuficiente y cuidar de él va devolviéndole la confianza y llevándose el miedo. Los bolsillos gigantes son mis mejores aliados en este momento, jeje. Obviamente también lo es mi chico que lleva la carga de todo, pero yo no valgo para sentarme y pedir, necesito hacer las cosas yo misma.

Esta entrada se aleja bastante de la temática general del blog pues es muy personal, pero era necesaria para que pudierais entender la repentina desaparición de los talleres y me he permitido reflexionar un poco sobre cómo un hecho fortuito puede afectar emocionalmente en gran medida a nuestros hijos, como es el caso de mi peque y mi tobillo.

La vida nos pone retos y nos trae enseñanzas constantemente, se trata de ir capeando el temporal y sacando lo positivo de todo. A mi hijo en estos meses le ha tocado aprender que mamá también se rompe, que a pesar de ello siempre estará ahí para él, que no elegimos las circunstancias pero sí la forma de enfrentarnos a ellas, que hasta los más fuertes necesitan dejarse cuidar... Y que papá y él mismo valdrían para sherpas :-P

domingo, 11 de octubre de 2015

De conciliación laboral y discriminación...

(Imagen extraída de: acceso-directo.com)



En nuestra sociedad se entiende el concepto de conciliación laboral como ofertar recursos, privados o públicos, para dejar el cuidado de nuestros hijos en manos ajenas mientras acudimos un número de horas estipulado por agentes externos a nosotros mismos a un centro laboral donde realizamos las tareas que fueren.

¿Es eso conciliación? ¿Qué es conciliar?

Si acudimos al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nos dice que conciliar es:

1. Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí.
2. Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias.
3. Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento.

No parece tener mucho sentido, a no ser que consideremos hijos y trabajo como algo contrario, completamente opuesto, que se aborrece entre sí... Pero es que eso es lo que parece que nuestra sociedad realmente entiende: los hijos como un obstáculo en nuestro desarrollo profesional que es necesario aparcar cuanto antes, que todo siga como si no hubiesen nacido (y no sólo en el ámbito laboral, pero eso sería otro post).

Somos animales, mamíferos, primates, humanos. Todas esas características son objetivamente ciertas, el resto, constructos sociales. Como animales que somos nuestros cachorros y nosotros mismos tenemos ciertas necesidades que nacen del instinto y aseguran no sólo la supervivencia, sino un adecuado desarrollo de nuestras potencialidades: nuestro embarazo intrauterino, la lactancia, el cuerpo materno como hábitat del niño durante el período de exterogestación, la necesidad de unas figuras de apego constantes que nos introduzcan de su mano en el mundo y nos acompañen en el proceso de socialización...

Los pueblos primitivos lo sabían y por ello las mujeres, cuando daban a luz, no quedaban recluidas, sino que mantenían su vida y sus ocupaciones acompañadas de sus hijos.

Una conciliación real toma en cuenta la parte más importante en la ecuación: el correcto desarrollo de nuestros hijos, que son el futuro de nuestra sociedad, no sólo la forma de que los adultos seamos lo más productivos posible a nivel económico para así mantener a la par nuestro estatus de consumidores (a ser posible compulsivos).

Una conciliación real cuenta con bajas maternales extensas, de al menos dos años, con bajas paternales que NO descuenten de las maternales sino que sumen, y que sean asimismo extensas. Cuenta con la normalización del tener hijos, no como un handicap sino como el regalo de mayor valor. 

Una conciliación real conserva los puestos de trabajo, alienta a que los niños puedan acompañar a sus padres a los mismos siempre que el ambiente sea adecuado y propicio, contempla días libres cuando nuestros hijos más mayores enferman (como es el caso de Suecia).

Una conciliación real no aparca a los niños como ciudadanos de tercera.

Las mujeres son sistemáticamente discriminadas cuando son madres, se considera que no van a cumplir adecuadamente en su trabajo o no van a dejarse la piel haciendo 10 horas diarias a cambio del mismo sueldo. Lo primero sería racionalizar los horarios y trabajar por objetivos. Si todos tuviésemos horarios razonables no se penalizaría a quien se niega a llevar a cabo jornadas interminables, si todos trabajásemos por objetivos no se valoraría el tiempo dedicado a calentar la silla sino los resultados.

Cuando una mujer embarazada acude a una entrevista de trabajo lo hace sabiendo que las probabilidades de ser contratada en su estado son nulas, y es lógico, sí, lógico. Cuando una empresa contrata a un trabajador nuevo dedica un tiempo a su formación, tiempo durante el cual otra persona debe formarle en las particularidades concretas de su puesto en esa empresa concreta, tiempo en el que no realiza sus labores al 100%, tiempo y dinero que la empresa está invirtiendo para el futuro. Pero si esa persona es una mujer embarazada de 6 meses significa que dentro de 3 a lo sumo, cuando apenas acabe de finalizar su proceso de formación y esté rindiendo, se va a marchar durante (miseros) 4 meses, por lo que la empresa deberá repetir todo el proceso con un sustituto que se marchará de nuevo cuando esté empezando a desempeñar un correcto trabajo para la vuelta de la primera. Así pues es lógico que alguien decida ahorrarse el duplicar tiempo, dinero y esfuerzos para cubrir un solo puesto... ¿Y qué solución tiene esto? Primero, no permitir que se despida a una mujer embarazada, algo que sucede a menudo porque la empresa donde lleva tiempo trabajando la discrimina presuponiendo que el ser madre la convertirá en peor trabajadora. Y segundo proporcionando el estado un sueldo mínimo a las mujeres embarazadas o con hijos de edades equivalentes a las que comprende el período de baja maternal, de forma que puedan subsistir durante ese tiempo y acceder a un trabajo después, cuando su estado no suponga un impedimento a la hora de ser contratada.

Y, por supuesto, fomentar el teletrabajo, que tan buen equipo hace con los objetivos. En nuestro país existe una amplia cultura de calentar silla y de "figurar" para que "se vea" lo mucho que haces. El teletrabajo es perfectamente viable en muchas profesiones y permite a madres y padres gestionar su tiempo y el cuidado de sus hijos como ellos consideren oportuno, no como les imponga ningún agente externo.

jueves, 8 de octubre de 2015

Primer taller Let's play! Balance


(Imagen extraída de mi web: www.kairosludus.com)
 
 
 
¡Prueba superada! Hoy he dado el primer taller presencial de Let's play! y lo he hecho con muletas... Así que os cuento qué tal ha ido:
 
He llegado con bastante antelación para preparar la sala dadas mis condiciones y aunque ha sido difícil y agotador lo he logrado. Al llegar me he dado cuenta de que el iPod había borrado misteriosamente mi lista de reproducción, así que he tenido que ir poniendo las canciones una a una y no me ha molado un pelo, porque rompe el ritmo y no me gusta hacer esperar a los peques, para el próximo día revisaré el aparatejo 30 veces para que no me la vuelva a jugar.
 
Hemos comenzado cantando y bailando, los peques aún no conocían las coreografías pero aún así han disfrutado mucho. Cuando de niños pequeños se trata es importante que las canciones se repitan muy a menudo: les hace sentirse cómodos y tranquilos, disfrutan al conocerlas y poder bailarlas y cantarlas y la repetición ayuda a que el nuevo idioma se asimile mucho mejor.
 
Después les he sacado una caja llena de arroz y les he invitado a buscar y descubrir las sorpresas que escondía. Han desenterrado bolitas de plastilina de colores y cuando han acabado les he repartido una bola de cada color a cada uno y he sacado las mías propias (más grandes para que viesen bien).
 
Seguidamente he realizado con la plasti una dinámica a modo de cuento interactivo que les ha gustado mucho. Más tarde han jugado libremente con la plastilina y ¡sorpresa! de repente han "aparecido" más colores en forma de pelotitas de plástico.
 
Han seguido jugando libremente con la plastilina, las pelotas, el arroz y el paracaídas mientras yo les repetía de vez en cuando el nombre de cada color... y por último nos hemos despedido con más canciones.
 
Yo he hablado durante toda la clase en inglés, pero mi hijo se ha dedicado a traducir, jajaja. La verdad me he quedado encantada con esto porque no era consciente de todo el inglés que sabe mi hijo y que ha aprendido así, jugando, cantando y viendo vídeos conmigo. Se nos ha caído bastante arroz y cuando mi hijo ha gritado "What a mess!" me he quedado anonadada.
 
Lo que más me alegra es que creo que los peques han disfrutado mucho :-)
 
La parte mala es que mi tobillo se ha resentido muchísimo, he llegado a casa agotada, con mucho dolor e hinchazón. Limpiar todo el arroz ha sido una pequeña odisea. Y que he tenido que depender de mi chico para todo: prepararme todos los materiales, llevarme escapándose de su propio trabajo, etc.
 
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Aviso importante: Si estás apuntado a los talleres Let's play! del Jardín de Momo o Kikirikids en Kikirikí te preguntarás por qué aún no hemos empezado y cuento un primer taller. Como decía estoy coja, tengo una pequeña fractura en el tobillo izquierdo, por lo que he decidido postergar los talleres hasta estar mejor. Éste de Planeta Invisible lo llevé a cabo porque tenía el compromiso ineludible de hacerlo esta semana, pero de seguro los talleres serán muchísimo más divertidos en un par de semanas cuando me pueda mover ;-)