martes, 21 de julio de 2015

Historias de la educación I: Los celtas

(Imagen extraída de: www.riegalcyr.es)
 
Tenía en mente empezar esta pequeña serie de apuntes sobre cómo era la educación de los más pequeños en las distintas culturas de la antigüedad, y aprovechando los maravillosos días que hemos pasado en los Picos de Europa voy a comenzar por contaros cómo era la educación en el mundo celta, que para más inri es menos conocida que la de otras culturas como la griega o la romana:

La primera etapa de la vida, hasta los 6 o 7 años, la pasaban con sus padres, hermanos y familiares más cercanos. Viviendo como lo hacían en una estructura de clan cabe pensar que durante este tiempo su figura de apego principal (su madre) les acompañaba en todo momento, al principio porteados y amamantados a demanda, pegados al cuerpo materno las 24 horas, más adelante creciendo a su ritmo, dedicados al juego libre, relacionándose con otras figuras de apego -como son el padre, las tías, las abuelas- a medida que sus necesidades y capacidades se expandían, y por supuesto jugando constantemente con sus hermanos, primos y otros niños de la tribu.

Hacia los 6 o 7 años se producía algo singular: los pequeños solían ser enviados a vivir con una familia adoptiva. Como forma de mantener lazos fuertes entre las distintas familias que componían los clanes, era costumbre que los pequeños fuesen enviados a esa edad a vivir con hermanos de clan de sus padres que los criaban como propios. Se pretendía, además, abrir sus mentes siendo expuestos a las distintas experiencias educativas que suponían el vivir las peculiaridades de distintas familias. Simultáneamente comenzaba su educación en las escuelas druídicas. Los druidas, entre otras muchas funciones, cumplían la de educadores de los pequeños. Las clases se llevaban a cabo en claros del bosque y eran completamente orales: experimentación en el medio, dialéctica y memorización de poesías eran las bases de su sistema educativo.

Hacia los 13 ó 14 años se producía una disgregación: aquellos pequeños cuyas cualidades destacaban comenzaban su carrera druídica, mientras que el resto volvían a vivir con sus familias de origen y con sus progenitores aprendían oficios. 
En el caso de los futuros druidas, se iban a vivir a una comunidad especial, una escuela druídica (a menudo se ha mencionado la fama de la que se encontraba en el bosque de los Carnutos, en la Galia) donde su educación continuaba por numerosos años.

Como curiosidades cabe añadir que la sociedad celta era plenamente igualitaria y por ello niños y niñas eran educados de la misma forma, siendo el sexo de los druidas indistinto. Asimismo, es interesante mencionar que, a pesar de haber cocinado esta entrada en el norte de España, un dato bastante desconocido es que no existe prueba alguna de que existiesen druidas en el territorio celta ibérico, al parecer, si bien la religión era la misma, no había druidas en Hispania.
 

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