(Imagen extraída de: thetokishcorner.blogspot.com)
Nuestros sentidos, los cinco externos y más conocidos que vemos en la imagen de arriba así como los dos internos: propioceptivo y vestibular, son nuestra conexión con el mundo que nos rodea.
Y sin embargo, al hablar de enseñanza o de aprendizaje dichos sentidos son a menudo los grandes olvidados. Si es tan sólo a través de nuestros sentidos como podemos conectarnos con la realidad que nos rodea, es a través de ellos que conseguiremos conocer todo aquello que deseemos.
Cuando los bebés nacen todos sus sentidos están muy poco desarrollados, pero entre ellos destacan el tacto y el olfato, que son aquellos que les permiten relacionarse con su madre y acceder a la alimentación a través del pecho.
Con el paso de los meses y los años los sentidos de los pequeños se van afinando, descubriéndoles un nuevo y apasionante mundo de colores, sonidos, olores, sabores, texturas y movimientos.
La dieta sensorial durante la primera infancia tiene tanta importancia como la alimenticia, la exposición a distintos estímulos va conformando la cosmovisión de los niños: una canción, el balanceo al ser mecidos, los sabores y olores, los colores y las texturas les adentran en el placer de descubrir el universo que les rodea.
Y tan importante es ser estimulados como no ser sobreestimulados, de una adecuada aproximación sensorial a la vida nace la pasión por la misma. Además, siempre hemos de tener en cuenta que no existen dos seres humanos iguales, lo que para un peque puede ser placentero para otro puede resultar tremendamente sobreestimulante y ninguno de ellos tiene "razón" ni deja de tenerla, su percepciones son distintas y nuestro papel como padres y educadores es adaptarnos a ellas.
Tengamos también en cuenta que los nuevos conocimientos se fijan en el cerebro a través de nuestros sentidos, cuantos más sentidos entren en juego al conocer una nueva realidad mayor será nuestra aprehensión de la misma. Por ejemplo: si conocemos por primera vez en nuestra vida lo que es un perro a través de una imágen en una tarjeta nuestro concepto del mismo será difuso, sin embargo si vemos a un verdadero perro, lo acariciamos y sentimos la suavidad de su pelaje, olfateamos su lomo, nos lame la mano, le oímos ladrar, le vemos mover la cola, etc. viviremos una experiencia completa y placentera, descubriremos una realidad que no olvidaremos nunca.
Obviamente hay conceptos que no son tangibles y objetos a los que no tenemos un fácil acceso, pero aún así cuantos más sentidos entren en juego en el proceso de aprendizaje mayor será nuestra visión y comprensión y más profunda la huella que dejará en nuestra memoria.
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