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En nuestra sociedad se entiende el concepto de conciliación laboral como ofertar recursos, privados o públicos, para dejar el cuidado de nuestros hijos en manos ajenas mientras acudimos un número de horas estipulado por agentes externos a nosotros mismos a un centro laboral donde realizamos las tareas que fueren.
¿Es eso conciliación? ¿Qué es conciliar?
Si acudimos al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nos dice que conciliar es:
1. Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí.
2. Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias.
3. Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento.
No parece tener mucho sentido, a no ser que consideremos hijos y trabajo como algo contrario, completamente opuesto, que se aborrece entre sí... Pero es que eso es lo que parece que nuestra sociedad realmente entiende: los hijos como un obstáculo en nuestro desarrollo profesional que es necesario aparcar cuanto antes, que todo siga como si no hubiesen nacido (y no sólo en el ámbito laboral, pero eso sería otro post).
Somos animales, mamíferos, primates, humanos. Todas esas características son objetivamente ciertas, el resto, constructos sociales. Como animales que somos nuestros cachorros y nosotros mismos tenemos ciertas necesidades que nacen del instinto y aseguran no sólo la supervivencia, sino un adecuado desarrollo de nuestras potencialidades: nuestro embarazo intrauterino, la lactancia, el cuerpo materno como hábitat del niño durante el período de exterogestación, la necesidad de unas figuras de apego constantes que nos introduzcan de su mano en el mundo y nos acompañen en el proceso de socialización...
Los pueblos primitivos lo sabían y por ello las mujeres, cuando daban a luz, no quedaban recluidas, sino que mantenían su vida y sus ocupaciones acompañadas de sus hijos.
Una conciliación real toma en cuenta la parte más importante en la ecuación: el correcto desarrollo de nuestros hijos, que son el futuro de nuestra sociedad, no sólo la forma de que los adultos seamos lo más productivos posible a nivel económico para así mantener a la par nuestro estatus de consumidores (a ser posible compulsivos).
Una conciliación real cuenta con bajas maternales extensas, de al menos dos años, con bajas paternales que NO descuenten de las maternales sino que sumen, y que sean asimismo extensas. Cuenta con la normalización del tener hijos, no como un handicap sino como el regalo de mayor valor.
Una conciliación real conserva los puestos de trabajo, alienta a que los niños puedan acompañar a sus padres a los mismos siempre que el ambiente sea adecuado y propicio, contempla días libres cuando nuestros hijos más mayores enferman (como es el caso de Suecia).
Una conciliación real no aparca a los niños como ciudadanos de tercera.
Las mujeres son sistemáticamente discriminadas cuando son madres, se considera que no van a cumplir adecuadamente en su trabajo o no van a dejarse la piel haciendo 10 horas diarias a cambio del mismo sueldo. Lo primero sería racionalizar los horarios y trabajar por objetivos. Si todos tuviésemos horarios razonables no se penalizaría a quien se niega a llevar a cabo jornadas interminables, si todos trabajásemos por objetivos no se valoraría el tiempo dedicado a calentar la silla sino los resultados.
Cuando una mujer embarazada acude a una entrevista de trabajo lo hace sabiendo que las probabilidades de ser contratada en su estado son nulas, y es lógico, sí, lógico. Cuando una empresa contrata a un trabajador nuevo dedica un tiempo a su formación, tiempo durante el cual otra persona debe formarle en las particularidades concretas de su puesto en esa empresa concreta, tiempo en el que no realiza sus labores al 100%, tiempo y dinero que la empresa está invirtiendo para el futuro. Pero si esa persona es una mujer embarazada de 6 meses significa que dentro de 3 a lo sumo, cuando apenas acabe de finalizar su proceso de formación y esté rindiendo, se va a marchar durante (miseros) 4 meses, por lo que la empresa deberá repetir todo el proceso con un sustituto que se marchará de nuevo cuando esté empezando a desempeñar un correcto trabajo para la vuelta de la primera. Así pues es lógico que alguien decida ahorrarse el duplicar tiempo, dinero y esfuerzos para cubrir un solo puesto... ¿Y qué solución tiene esto? Primero, no permitir que se despida a una mujer embarazada, algo que sucede a menudo porque la empresa donde lleva tiempo trabajando la discrimina presuponiendo que el ser madre la convertirá en peor trabajadora. Y segundo proporcionando el estado un sueldo mínimo a las mujeres embarazadas o con hijos de edades equivalentes a las que comprende el período de baja maternal, de forma que puedan subsistir durante ese tiempo y acceder a un trabajo después, cuando su estado no suponga un impedimento a la hora de ser contratada.
Y, por supuesto, fomentar el teletrabajo, que tan buen equipo hace con los objetivos. En nuestro país existe una amplia cultura de calentar silla y de "figurar" para que "se vea" lo mucho que haces. El teletrabajo es perfectamente viable en muchas profesiones y permite a madres y padres gestionar su tiempo y el cuidado de sus hijos como ellos consideren oportuno, no como les imponga ningún agente externo.
Totalmente de acuerdo en todo lo que dices Mara.
ResponderEliminarEste país no entiende absolutamente nada de lo que significa "conciliar". Es necesario cambiar el concepto que tienen tanto las instituciones como la sociedad en general.
Muchas gracias por tu artículo.
Gracias a ti, Mayte, me alegra que te guste. Es que lo de este país es demencial. Un abrazo!
ResponderEliminarMe pregunto si existe algún partido político que se preocupe por este asunto que nos trae a tantas madres de cabeza... Alguna luz al final del tunel?
ResponderEliminarPues de momento no sé de ninguno que pretenda una conciliación real, lo que hacen es ofrecer más guarderías :-(
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