(Imagen extraída de: )
Nuestro sistema nervioso central recibe continuamente señales a través de los sentidos y es el encargado de organizar dichas señales para constituir nuestra percepción de nosotros mismos y del ambiente en el que nos encontramos. Esta capacidad se denomina Integración Sensorial.
Tenemos cinco sentidos externos y por todos conocidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Asimismo, tenemos tres sentidos internos: el propioceptivo, el vestibular y el interoceptivo.
Nuestro cerebro se encarga de recibir las señales o impulsos nerviosos que envían todos estos sentidos e integrarlas a través de cuatro habilidades: la modulación, la inhibición, la habituación y la facilitación.
La modulación se refiere a nuestra capacidad de estar abiertos a múltiples estímulos sensoriales o por el contrario centrarnos en uno concreto. Por ejemplo, al conducir estamos en un nivel de alerta alto, nuestro cerebro necesita recibir estímulos de todos sus sentidos para poder realizar la tarea. En cambio cuando leemos y nos concentramos cerramos la puerta a estímulos externos para centrarnos en el libro.
La inhibición es precisamente esa capacidad de cerrarnos a determinados estímulos para concentrarnos. Por ejemplo, ahora mismo estoy escribiendo esto mientras mi perro mordisquea su juguete. Si mi integración sensorial fuese buena yo no escucharía el sonido que hace el perro, pero como no lo es no puedo parar de escucharle y me paro a mirarle a cada momento.
La habituación es la capacidad de inhibir estímulos que son constantes en el tiempo, como el sonido de fondo de un ventilador. Las personas con problemas de integración sensorial no nos habituamos a los estímulos constantes. Yo cuando voy en coche no soy capaz de acostumbrarme a la sensación de tener el cinturón puesto apretándome, me molesta muchísimo y voy todo el viaje tocándolo y moviéndolo, para mí un viaje largo en coche es una tortura.
Por último, se denomina facilitación a la habilidad del cerebro para decidir si una sensación es agradable o desagradable, de forma que hay que potenciarla o cortarla. Es el mareo que sentimos tras dar vueltas o el placer que sentimos con un masaje, por ejemplo.
Como podéis observar, una correcta integración sensorial es de vital importancia para adaptarse al propio cuerpo y al entorno. Los Trastornos de Integración Sensorial implican el malfuncionamiento de las habilidades antes mencionadas, lo que nos lleva a tener un nivel de alerta inapropiado (ya sea por déficit o por sobreestimulación), así como a sentir los estímulos de forma inapropiada, que puede ir desde no percibir un estímulo hasta percibirlo de forma exagerada, estando los sentimientos generados por los mismos también desajustados (vértigo, dolor...).
En la próxima entrada os ampliaré información sobre los distintos tipos de trastornos de integración sensorial que existen.
Y si os quedan dudas o queréis que os amplié información sobre algún tema concreto o que os defina algún término ¡no dudéis en preguntar!
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